jueves, 18 de septiembre de 2008

Marlboro

Tengo el hígado de piedra, la conciencia sucia y el buen gusto intacto.

Qué vulgar es emborracharse con cerveza, despertar con el hedor a alcantarilla, con la pestilencia del demonio y luego intentar besar a tu mujer o voltear tu cara y follarla, sólo porque se acostumbro y quizá también porque cada vez que despierto después de una borrachera lo tengo tan duro como un bastón de titanio, pero lo que no soporto es tener que besarla luego, cuando me lo pide.

Prefiero los tragos destilados, los que mantienen intacto respecto del vulgo y el eructo asqueroso de quienes beben los fermentados.

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